La adolescencia es una etapa caracterizada por la búsqueda de una identidad personal, propia, una preparación para dar respuesta a futuras obligaciones, responsabilidades y las primeras tomas de decisiones: elegir el grupo de amigos, sus estudios, su imagen personal, incluso elegir entre “lo correcto y lo incorrecto” … experimentar lo desconocido o no.
Durante la adolescencia van a necesitar diferenciarse de su madre y su padre y también de la niña/o que ha sido hasta ahora, porque su capacidad para entender y razonar sobre las cosas ha cambiado. Antes veía el mundo a través de los ojos de su madre y padre, necesitaba ver y tocar las cosas para convencerse de que eran reales, experimentar directamente aquello que debía aprender; sin embargo, ahora, hacia los 12 años, fruto de su creciente madurez cerebral, comienza a razonar de manera más compleja para resolver problemas, plantearse distintas soluciones, considerar distintos puntos de vista o acción y anticipar las consecuencias. En definitiva, mejora su capacidad para pensar sobre hipótesis, ideas abstractas e imaginar situaciones con las que no ha tenido una experiencia real directa. Este desarrollo se prolongará durante unos años aún, pudiendo durar hasta los 18-20 años, según los casos.
Signos de que algo ha cambiado
Un signo de estos cambios lo podemos ver en su mayor apego a las relaciones con los iguales, En esta búsqueda de la propia identidad, van a estar muy influenciados por el grupo de amistades, pues con él comparte dudas, inseguridades, experiencias y preocupaciones. El grupo es un refugio emocional en el que puede compartir y ordenar reflexiones, practicar experimentar y expresar emociones, para responder a sus mayores inquietudes sin sentirse juzgada/o: ¿quién soy?, ¿cómo soy y cómo me gustaría ser?, ¿cómo me ven los demás?… Es muy importante que entendamos y respetemos esta inclinación creciente hacia el grupo de iguales, aunque muchos padres y madres lo viven como una pérdida de conexión y cierto duelo, además de cierto miedo por las posibles “malas compañías”
Otro signo lo podemos ver en la cantidad de tiempo que pasan en posición tumbada, pensando en las “musarañas”… Necesitan descubrirse, volver la mirada hacia dentro por primera vez, entenderse, organizar todo este nuevo conocimiento del mundo, de los demás y de sí mismos, en su habitación. Debemos respetar estos tiempos, son parte de su desarrollo.
Vamos a observar un cambio en la forma en que nos hablan y cómo actúan, empiezan a tener capacidad para anticipar las reacciones de sus mayores ante lo que van a expresar o hacer, no se conforman con una respuesta tajante, necesita argumentos que le ayuden a aclarar su propio punto de vista y necesidades en las situaciones cotidianas, y por tanto puede preparar una respuesta o una explicación que no nos esperamos: así comienzan las primeras discusiones, que van a permitir que entrenen las nuevas capacidades cognitivas de razonamiento y argumentación.
Recomendaciones:
- Primero, es fundamental comprender su momento evolutivo.
- Segundo, no olvidemos la importancia de ponerles límites, no importa la edad: esto les dará la seguridad para tener un marco de libertad en el que explorar y aprender del mundo, minimizando los riesgos.
- Por último, mantener nuestro ánimo y niveles de estrés a raya; son épocas complicadas, pero lo mejor que podemos enseñarles es un modelo de actitud positiva, comunicación asertiva y respetuosa y mostrarles cuánto les queremos.
En esta base sólida se fundamenta la confianza que necesitan para compartirnos sus inquietudes, necesidades y problemas, minimizando las conductas de riesgo propias de la edad.
En resumen, todos estos comportamientos que nos sorprenden llegada la adolescencia, corresponden a cambios importantes a nivel de su mente y de su cuerpo, no en un interés en mostrar rebeldía, etc. No va contra sus progenitores, sino que es fruto de su natural desarrollo. Esto nos puede ayudar mucho para gestionar nuestra propia frustración y agotamiento en los momentos más difíciles. ¡Ánimo, se harán mayores en seguida!
Un abrazo,
Irene de Miranda Reynés
Psicóloga Sanitaria y formadora
IDEM Psicología