Aunque unas emociones las sintamos de forma más o menos intensa, sean agradables o no, todas son igualmente importantes y cada una tiene su función.
Las emociones son la energía que nos mueve a la acción: gracias a ellas reaccionamos, aprendemos lo que nos daña, anhelamos lo que nos hace sentir bien, buscamos lo que nos gusta y evitamos lo dañino. Por ejemplo: la ira nos ayuda a defendernos; la alegría a disfrutar y a compartir; el miedo a sobrevivir y protegernos; la tristeza a reflexionar… La razón de ser de las emociones, que se han desarrollado a lo largo de nuestra evolución como especie, es que facilitan la supervivencia, porque permiten la respuesta del individuo ante las diversas situaciones cotidianas tanto en el medio físico, como en el social.
Las emociones nos ayudan, casi siempre
Por un lado, las emociones nos ayudan en la relación con nosotros mismos y nuestro cuerpo (Levenson, 1999). Permiten que centremos nuestra atención, energía mental y física según nuestros objetivos o prioridades; nos empujan a evitar los estímulos nocivos y acercarnos a los gratificantes. Además, las emociones tienen en sí un valor reforzante; por ejemplo, nos reunirnos con amigos porque la compañía nos provoca alegría. Las emociones están en la base del aprendizaje desde que nacemos: asociamos emociones agradables o desagradables a estímulos, situaciones, personas, etc… Por ejemplo, asociamos nuestra cama con el relax y el descanso y con sólo tumbarnos en ella nos entra el sueño…. O lo contrario, podemos asociarla a malestar por darle vueltas a nuestras preocupaciones y activarnos de forma que no podamos relajarnos y dormir.
Por otro lado, las emociones nos ayudan a relacionarnos con los demás (Keltner y Haidt, 1999). A través de la expresión emocional no verbal (tono de voz, gestos, expresiones faciales…), muchas veces de forma inconsciente, lanzamos mensajes a los demás sobre nuestro estado de ánimo. A su vez nosotros identificamos las emociones de los demás. Según los estudios del Psicólogo Albert Mehrabian, se estima que sólo un 7% del mensaje está determinado por las palabras usadas, el resto, es información no verbal (voz, lenguaje gestual y corporal…). Cuando no tenemos a la persona delante, es el lenguaje verbal el que prima, pero los psicólogos recomendamos usar expresiones emocionales al escribir un email, del tipo “me siento satisfecho”, “me alegro”, etc… o usar los emoticonos para complementar el contenido de nuestros mensajes de chat o WhatsApp, para completar el significado del mensaje.
Se dice que “las emociones se contagian”; aunque la expresión sea inexacta, lo percibimos así. Nuestro cerebro tiene partes especializadas en recibir información emocional, fundamentalmente no verbal y empatizar con ella: las neuronas espejo, que ya desde el nacimiento están presentes. Gracias a estas capacidades innatas de comunicación y empatía emocional, las personas generamos emociones recíprocas o complementarias, favoreciendo el vínculo, el afecto y la cooperación; o también podemos generar emociones incompatibles, generando dificultades en la comunicación, agravando conflictos, etc.
Las emociones, en definitiva, nos ayudan a reaccionar al medio, muchas veces de forma inconsciente, y a conseguir nuestros objetivos. Además están en la base de las relaciones con los demás. Por lo tanto, nos ayudan en el día a día, aunque también nos pueden perjudicar si no sabemos observarlas, identificarlas y regularlas. En psicoterapia es muy habitual realizar entrenamiento en gestión emocional, entre otras técnicas, ya que ayuda a las personas a comprender sus emociones, controlar su conducta y regular su estado de ánimo.
Recursos recomendados:
Para conocer más sobre las emociones recomendamos:
– Película Disney: “Inside-out”
– El contagio de las emociones- ELSA PUNSET:
Referencias:
– Palmero, F., Guerrero, C., Gómez, C., Carpi, A., Goyareb, R., (2011), “Manual de teorías emocionales y motivacionales”. Barcelona: Universitat Jaume I.
– Bisquerra R, (2000), “Educación emocional y bienestar”. Bilbao: Desclée de Brouwer
Irene de Miranda Reynés
Directora IDEM Psicología y Terapia