La empatía es la capacidad de percibir, compartir y comprender en un contexto dado lo que otra persona puede sentir y pensar. Se trata de ponerte en el lugar de la otra persona para entender los motivos por los que actúa de una determinada manera. De esta forma, nos hacemos conscientes de sus sentimientos, preocupaciones, intereses y necesidades, sin que ellas sean comunicadas de manera explícita por la otra persona. No consiste sin embargo con aprobar esos estados de ánimo, pensamientos y necesidades, lo cual sería más bien un proceso de “simpatía”, haciéndolos propios. No se trata de contagiarnos, sino de “leer” su mente, captar su estado fisiológico, emocional y mental para comprender, anticipar, considerar, etc.… los sentimientos y el comportamiento de la otra persona. Como un espejo o la superficie de un lago, que capta una imagen y la refleja, devolviéndola sin apropiarse de ella.
La empatía se transmite a los demás dominando los siguientes aspectos de la comunicación:
- Apertura a los sentimientos y capacidad de escuchar. Muestra la habilidad y disposición de una persona para conocer los sentimientos del otro, para adoptar su perspectiva y entender su situación particular. La percepción de sentimientos y la capacidad de escuchar significan que uno adopta un punto de vista de la situación que incluye los objetivos, perspectivas y sentimientos del otro aunque no los comparta.
- Comportamiento no verbal. Se refiere al uso que hacemos del contacto físico y del lenguaje gestual y corporal para reaccionar en una situación de comunicación. Por ejemplo, se utiliza para transmitir comprensión, paciencia, ternura, preocupación o consuelo, todo ello sin el uso de palabras. El comportamiento no verbal opera junto con la comunicación verbal y constituye una parte importante de su expresión. En general somos muy poco conscientes de este tipo de mensajes, solemos estar más pendientes de lo que decimos, que de cómo lo decimos; debemos ser cuidadosos, porque nuestra comunicación no verbal puede transmitir lo contrario a lo deseado: impaciencia, rechazo, desinterés….
- Respeto que el emisor siente y demuestra por el otro. Por ejemplo, se muestra respeto a través de la aceptación de todas las facetas del otro: lo que dice, hace y siente. No existe ni una manera “correcta” ni una “errónea” de sentirse, dado que las necesidades de cada individuo son únicas. Respeto igualmente a distintos puntos de vista, opiniones y experiencias, aunque no las compartamos. Nos permite proteger la autoestima e intimidad de la otra persona, a la vez que sentar las bases para recibir el mismo respeto por parte de los demás.
- Respuesta comprensiva: es la capacidad de demostrar la empatía cuando nos relacionamos con otra persona. Se refiere a la forma en la que una persona emite mensajes de ánimo, apoyo o comprensión: “te comprendo, ya veo cómo te sientes, etc.”. Permite animar a la persona a hablar de sus sentimientos y demostrar que nos importa, que la entendemos y que nos hacemos cargo de sus sentimientos.
Ofrecer un mensaje empático es fundamental para aplacar las emociones de nuestro interlocutor. Esto es debido a que la empatía percibida en el otro literalmente afecta a nuestro cerebro, estimulando una zona llamada “ínsula”, que tiene un efecto calmante en nuestras emociones. Así que ya sabes, cuando las emociones intensas complican la comunicación, después de mostrar empatía a nuestro interlocutor, será más fácil hacer un razonamiento sobre el tema que tratamos, resolver un conflicto o llegar a un acuerdo con él.
A menudo en los cursos que imparto transmito estos fundamentos básicos de la empatía: “escuchar primero a los demás para después ser escuchado” y “primero comprender a los demás para después ser comprendido”. Seguro que habría menos conflictos en casa, en el trabajo y con los amigos si todos actuáramos así, ¿no crees?
Irene de Miranda Reynés
Psicóloga Sanitaria
Directora IDEM Psicología