Las obsesiones son pensamientos, imágenes, ideas o impulsos que invaden persistentemente la conciencia, que pueden ocurrir de manera continuada o aparecer esporádicamente. El paciente las reconoce como irracionales, sin sentido y que generan un gran malestar.
Obsesiones y preocupaciones, ¿son lo mismo?
Las preocupaciones tienen que ver con temas del día a día de la persona, que siente que debe ocuparse de ellos; en cambio, las obsesiones suelen tener un contenido amenazante, inmoral o extraño, relacionado con contaminación o suciedad (el contenido más frecuente), agresión o violencia, contenidos sexuales, y religiosos o blasfemos. A diferencia de las preocupaciones, generan malestar, pues la persona cree que no debería tener este tipo de pensamientos, que tenerlos en sí supone algo peligroso para la propia persona o para los demás. Por ejemplo, puede creer que tener un determinado pensamiento puede conllevar que ocurra una desgracia. Además, una vez que surgen, la persona tiene una percepción de que no puede parar de pensar en ello continuamente, lo cual le provoca angustia y la idea de que debería dejar de pensarlo y ser capaz de controlarlo. Sin embargo, no puede hacerlo.
Presencia de Compulsiones:
Muchas veces vienen acompañadas de compulsiones: comportamientos estereotipados que se realizan en respuesta a las obsesiones y que pueden realizarse de forma física o mental. La persona las realiza con el fin de “reducir la posibilidad de que ocurra la catástrofe temida o bien reducir la ansiedad asociada a la propia obsesión” (Sevillá y Pastor). Normalmente tienen forma de ritual (pasos concretos que la persona siempre realiza de la misma forma, orden de secuencia, etc…) y pueden llegar a ser bastante sofisticados o elaborados. Las compulsiones están relacionadas con el contenido de la obsesión. Así, observaremos rituales de aseo, limpieza, comprobaciones de seguridad… Los rituales también pueden ser cognitivos: actos mentales normalmente realizados de determinada manera o pasos específicos, p.ej. recitar oraciones, visualizar imágenes, o recitar frases o combinaciones de palabras o números. La persona puede intentar resistirse la compulsión, pero finalmente no puede evitarlo y al realizarla logra un cierto alivio del malestar aunque este no desaparece por completo, aumentando el problema. Estos rituales pueden llegar a ser extremadamente graves y mantener ocupada a la persona la mayor parte de su tiempo, e incluso reducir el tiempo de sueño al mínimo. También pueden interferir en el día a día del hogar, generando conflictos a nivel familiar.
El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC):
Cuando se da la presencia de obsesiones y compulsiones, generando un ciclo interminable de malestar, afectando considerablemente al día a día de la persona, podemos estar ante un trastorno Obsesivo –Compulsivo (TOC). Este se puede dar en niños y en adultos, siendo más frecuente su aparición en la adolescencia y juventud temprana. En todo caso, ante estos síntomas, es conveniente consultar a un Psicólogo Sanitario o Clínico especializado. Existen tratamientos psicológicos de corte cognitivo-conductual eficaces para este trastorno. Adicionalmente, cuando el malestar es muy intenso, se recomienda una valoración médica psiquiátrica para controlar los síntomas asociados.
Manuales y Guías Clínicas de referencia:
– Sevillá, J. y Pastor, C. (2014). Tratamiento Psicológico del Trastorno Obsesivo Compulsivo. Valencia: Publicaciones del Centro de Terapia de la Conducta.
– Bados, A. (2005). Trastorno obsesivo compulsivo. Barcelona: Universitat de Barcelona.
– Vallejo Pareja, M.A. (Coordinador). 2015. Manual de Terapia de Conducta. Madrid: Dykinson.
Irene de Miranda Reynés
Psicóloga Sanitaria
Directora IDEM Psicología y Terapia