No todos nos comunicamos de la misma forma. Unas personas vamos al grano y otras damos más de un rodeo. Unas parecemos especialmente directas, prácticas y concretas.  Otras expresamos nuestros sentimientos con detalle y solemos alargarnos más para llegar al asunto clave y necesitamos más tiempo. Las primeras son personas con un estilo pragmático de comunicación y las segundas, en cambio, tienen un estilo que podemos llamar más relacional.

Todos tenemos una tendencia hacia uno de ellos más o menos marcada, depende de multitud de aspectos: nuestra personalidad, nuestra gestión emocional y la forma que cada uno ha desarrollado de relacionarse con los demás.  También somos capaces de matizarlo o regularlo en función de con quién nos relacionemos, y el contexto en el que estemos. Un momento en que se ve muy claro cuál es nuestro estilo es en las relaciones de pareja, donde a veces cada uno tiene un estilo diferente y puede generar dificultades en el día a día. Vamos a ver en detalle en qué se diferencian.

La comunicación pragmática:

Las personas de comunicación pragmática, en general, son personas que se comunican para conseguir un objetivo muy concreto, ya sea compartir una información, hacernos una petición o tratar algún problema. Son personas que inician la conversación sobre la marcha, cuando les surge la necesidad, no considerando especialmente el momento para hablar tan relevante. Para ellos, se puede hablar de cualquier tema casi en cualquier momento. Les gusta hablar sobre los problemas con la intención de resolverlos y si no consiguen hablarlo, esto les produce ansiedad y frustración. Expresan poco sus emociones en la comunicación (por ejemplo, a través de la comunicación no verbal) y tampoco hablan directamente sobre las emociones que sienten, dando detalles sobre ello. Se centran más en sus pensamientos y en los hechos. Son menos detallistas en la comunicación, objetivamente usan menos palabras y más frases cortas, aunque sí suelen repetir las ideas concretas varias veces.

Requieren que los escuchemos atentamente y que estemos dispuestos a entrar de forma abierta en los temas que les preocupan sin demorarlo mucho, y que sinceramente atendamos sus opiniones.  Requieren respuestas concretas y rápidas, pudiendo parecernos demasiado directos y algo impacientes y desconsiderados. Pero su interés suele ser sincero y transparente.

La comunicación relacional:

Las personas con comunicación relacional pueden dar la sensación de dar varias vueltas antes de llegar al tema importante. El objetivo de la comunicación para ellas incluye hablar de los problemas o intercambiar información, pero sobre todo es una manera de relacionarse con los demás, buscando su ayuda y compañía, comprensión y apoyo. Es la manera fundamental de conectar con los demás, expresar sus emociones y aliviar su malestar emocional si éste existe. Hablar sobre los problemas para estas personas es un deshago emocional, si no pueden hacerlo, sienten tristeza y frustración, incluso un poco de rencor hacia el otro. El momento elegido es muy importante, pero lo suelen elegir en función de cómo se sienten ellas, y no siempre tienen en cuenta el estado en el que se encuentra la otra persona (cansancio, estrés…).  Suelen incluir una alta expresión de sentimientos con la comunicación no verbal, y además hablan sobre las propias emociones, aunque también incluyen hechos y opiniones, multitud de detalles, muchas palabras, frases largas y un discurso no siempre ordenado.

En ocasiones pueden hacer al otro sentirse sobrecargado por la cantidad de información y emoción que transmiten. Escucharlos requiere tiempo y en algún momento tenemos que concedérselo, aunque también podemos acordar cuál es el momento en que podemos atenderle, mejor que fingir la escucha porque lo interpretan como “alta traición”.

¿Cuál es la mejor forma de comunicarse?

Ninguna es mejor que la otra: cuanto más flexibles seamos y más capaces de adaptarnos a los demás, mejor. Lo importante es conocer cómo es este aspecto las personas de mi entorno y cómo soy yo en la comunicación. Lo ideal: adaptarnos a la otra persona, entender lo que significa la comunicación para ella y atender sus necesidades. Siempre es necesario mostrar empatía, aunque no sintamos u opinemos lo mismo que la otra persona.

Podemos tener cuenta este aspecto a la hora de relacionarnos con nuestra pareja, nuestros hijos y familiares, nuestros amigos, nuestro jefe y compañeros de trabajo, etc.

¿Has identificado ya tu propio estilo de comunicación, a qué estilo tiendes tú personalmente?

Un abrazo,

Irene de Miranda Reynés
Psicóloga Sanitaria
IDEM Psicología