El amor cambia con el paso del tiempo, las fuertes sensaciones propias de la fase del enamoramiento inicial se van mitigando y van surgiendo otras sensaciones relacionadas con la confianza, el compañerismo, el compromiso y la intimidad. Las situaciones vitales hacen que cada uno cambiemos y también así cambia la relación. También el desgaste del día a día, los pequeños detalles que de manera poco perceptible van minando la relación y que vamos interpretando como falta de atención y desinterés por parte de la pareja. Incluso las muestras de cariño y la sexualidad pueden verse afectadas.  Eso no significa que la relación se termine necesariamente, es más, la terapia de pareja va enfocada a salvar todos estos obstáculos.

Pero hay una serie de situaciones que sí marcan la posibilidad real de que la relación finalice, estas son las más habituales que encontramos en terapia de pareja:

  • Violencia física, psicológica o sexual dentro de la pareja y, con menor intensidad, las faltas de respeto y humillaciones mantenidas en el tiempo. Si no se reconducen inmediatamente, hacen imposible trabajar para recuperar la relación y la conclusión antes o después será la necesidad de ruptura de la pareja.
  • Desacuerdos irreconducibles sobre temas importantes de la vida en pareja como aspectos económicos, relación con la familia extensa, crianza de hijas/os, o cómo enfocar la vida.
  • Falta de coherencia entre lo que dice una parte y cómo se comporta, con la consiguiente falta de confianza y dudas sobre la honestidad, en los gastos personales, hábitos, ocio, actividades laborales, relaciones externas a la pareja…
  • Existencia de relaciones paralelas, estables o no, infidelidad cuando esta no es aprobada por la otra parte.
  • Falta de cariño, sensación de desamor por la otra parte, o sensación propia de haber perdido el sentimiento de amor.
  • Cuando se ha perdido la ilusión y se considera la pareja como una prisión que no permite el desarrollo personal y existe sentimiento de dolor o desesperanza al imaginar el futuro juntos, en una parte o en ambos.
  • Cuando uno/a o ambos sienten que el sistema de valores que sostenía el proyecto de pareja se ha derrumbado totalmente, por ejemplo: compañerismo, corresponsablidad, afectividad, honestidad, seguridad, etc.
  • Patologías previas, consumo de sustancias, etc. de tal gravedad que imposibilitan la convivencia o la confianza/seguridad y deben ser previamente resueltas antes de hacer esfuerzos por recuperar la relación.
  • Falta de motivación al cambio, cuando una parte o ambas, no han tomado conciencia de la necesidad de hacer cambios sustanciales en su conducta para salvar la relación, a pesar de trabajarlo en la terapia.

Estos casos son especialmente complicados de superar en la terapia de pareja, en ocasiones requieren un trabajo personal previo por una de las partes o ambas, y a menudo son un motivo para finalizar la relación si se perpetúan en el tiempo.

La terapia de pareja se basa en unos principios de respeto mutuo, compatibilidad en valores personales y proyecto de vida, que siempre podemos reconstruir.

 

Un abrazo,

Irene de Miranda Reynés
Psicóloga Sanitaria y formadora
IDEM Psicología